ENCUENTRO

VII Encuentro Internacional de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano "Pase al analista"

PRESENTACIÓN

Cada dos años, hasta 2020, alternativamente a uno y otro lado del Atlántico, un Encuentro internacional reúne a los miembros de la IF y de la Escuela alrededor de un tema fijado desde el Encuentro anterior.

Previamente a cada Encuentro, los trabajos preparatorios serán difundidos en la Lista de difusión de los miembros, y retomados en el sitio. Las contribuciones presentadas en los Encuentros se incluirán en la Revista Heteridad en su edición electrónica.

Cada Encuentro es también la ocasión para reunir, durante un día y medio, las asambleas de la IF y de la Escuela, cuya vocación es la de ajustar la orientación y el funcionamiento a la experiencia y a la evolución de las distintas situaciones.

Encuentro de escuela, jueves 30 de junio de 2022 en Buenos Aires

Presentación del tema El pase al analista – Colette Soler

Es un hecho, de por sí instructivo, a pesar del amontonamiento de los textos sobre el pase y de la multiplicación de los números de Wunsch, cada CIG entrante vuelve a empezar, en general con determinación, como si fuera el primero, y se confronta a las cuestiones de siempre. En este punto está al igual que el analista, que en cada nueva demanda se encuentra de nuevo en el terreno de la primera cuestión del discurso analítico, la del comienzo. Para un CIG es la de saber qué se trata de garantizar en el dispositivo del pase.

Su intención de origen, Lacan la dijo. La tarea del jurado —cualquiera que sea su forma— es «el examen de lo que decide a un analizante a plantearse como analista». Dicho de otro modo y en los términos simples de los años 1960, qué es lo que, en su análisis, le permitió tomar para otros el lugar que su analista tuvo para él. Más adelante, en 1976, en el «Prefacio a la edición inglesa del seminario XI», el requerimiento es más duro: «¿hay otras razones que ganar pasta?»

Constatación

Pero se impone una constatación: esta cuestión del pase al analista parece cada vez más elidida en los testimonios de los pasantes, no menos en el dispositivo e igualmente después, pues lo que se debate parece apuntar cada vez más a la cuestión del final de análisis. Y en esta misma cuestión, muy  a menudo, los testimonios de los pasantes, que siempre son ya analistas, se centran casi exclusivamente en su término último, como si quisieran asegurarse y asegurar que llegaron al final del final, En cuanto a lo que les decidió, en otras palabras, el viraje que permitió el acto inaugurador, a menudo ocurre que ni siquiera es evocado.

¿Quiere esto decir que «la sombra espesa» que Lacan quiso disipar con su pase sigue estando aún ahí? Primero la atribuyó a la institución Ipeísta, que confía la garantía a su jerarquía de didactas, y la denunció en nombre de lo que es un hecho: en su acto, en lo cotidiano y a lo largo de los años, «el analista solo se autoriza de/por sí mismo», no hay nadie, ningún sujeto supuesto saber, para dictarle sus respuestas a la demanda analizante. De ahí le vino a Lacan la idea de proponerle decir lo que en su análisis le permitió emanciparse de la regencia de ese sujeto supuesto saber para pasar al acto analítico. Invitación pues a «hystorizar» en el dispositivo, menos su historia que su análisis terminado, y también ahí nadie puede hacerlo en su lugar. «El analista no se hystoriza más que por si mismo: hecho patente» Otros escritos .

Ahora bien, este «de/por sí mismo» es criticado muy severamente por la doxa de grupo. Todos los CIG sucesivos han marcado su imposición sobre lo que se dice y sobre lo que se escucha en el dispositivo. De hecho el discurso sobre el pase, ese gran murmullo generado alrededor de la puesta en marcha del dispositivo en su dimensión internacional, con la profusión de testimonios tan diversos, los de los nominados, de los no nominados, de los pasadores, y de los otros, tiene poderosos efectos, de ello se deposita una doxa que cristaliza de forma fluctuante a merced del tiempo. No es seguro que haya razón de ver en esta efervescencia la buena señal de un entusiasmo por el psicoanálisis. Pues donde no hay Otro hay todavía la doxa, el tapón de la hiancia, que fabrica de nuevo Uno que colectiviza con algunas palabras clave que incitan a esperar, o a alcanzar o a reconocer por ejemplo una ganancia de saber, un acceso a La letra, una separación con respecto al analista ya desechado y desde luego una postura nueva con respecto al goce y a los saber-hacer  con él, etc. Muchos de los sucesivos CIG señalaron cuán opacas se encuentran las verdades particulares. La hiancia en cuestión es por otra parte la misma que hay en el fundamento del dispositivo con los pasadores interpuestos a fin de hacer pasar lo que solo puede dejarse escuchar, al igual que la cosa que se transmite por la risa en el chiste. Porque en un testimonio de pase, en la histerización de un análisis, se trata de verdad, no de saber transmisible o de pruebas en cuanto a un acto cuyo informe por definición está excluido. Así que nuestro CIG ha querido volver a centrar la atención, al menos por un tiempo, en el objetivo primero del dispositivo: el pase al analista. 

Pregunta al «analizado»

Postulamos que es preciso el análisis terminado. La pregunta se traslada pues a éste y al momento en que adviene. Muchos comentarios de Lacan, desde la proposición de 1967, distinguen precisamente en el tiempo largo de un análisis, por un lado el viraje de pase en que el acto puede producirse y por otro el término de un análisis. Esta distinción está fundada, si un análisis es, no un paseo o un viaje vagabundo en los recuerdos, sino un proceso estructurado con una entrada de partida y un «punto de finitud» —como en el ajedrez. Si por tanto está estructurada no hay contradicción en plantear que puede estar «acabada» antes de detenerse. —con la condición, desde luego, de que haya empezado.  Y como muchas cosas, tras el momento de cierre el tiempo del final puede durar mucho, y por una razón fundamental: el proceso analítico incluye el tiempo lógico, pero también lo que no hace mucho califiqué de tiempo «no lógico» incalculable, de las singularidades analizantes.

No se excluye pues que el «analizado» se produzca antes del término del análisis. Pero ¿qué es un «analizado»? Estamos tan habituados entre los analistas a privilegiar el inconsciente articulado bajo transferencia con lo transfinito de la demanda que genera, que se ha hecho habitual considerar que «analizado» no existe, y a veces se hace burla de ello. Pero Lacan no duda en emplear el término para definir precisamente lo que se produce en el momento de pase, en que el analizado «resulta del analizante» y «es la condición querida por origen primera» cuando se quiere ejercer la profesión de psicoanalista. Porque la estructura de la experiencia implica el límite, el principio de detención del inconsciente bajo transferencia. Es cierto que Lacan dio más de una fórmula de este límite, pero todas ellas connotan un real, sea el de la destitución por el objeto (Proposición) o del fuera de sentido del inconsciente-lalangue (prefacio). 

Si se evalúa bien que este analista puede producirse antes del término del análisis, entonces podremos enfocar menos lo que falta en el testimonio del pasante que lo que basta para atestar del analizado. Quedará entonces sin embargo la verdadera cuestión: el analizado no es aún más que un analista en potencia, y que tendrá que optar por saber si, psicoanalista, quiere serlo en acto.

Esta es la cuestión que aparentemente atormentaba a Lacan y cada vez más. Nuestro título invita a tomar el relevo de su interrogación. ¿Cómo dar razón de esta opción posible? Decimos con Lacan «deseo del analista», pero ésta es justamente la pregunta, ¿cuál es su causa? ¿Es el beneficio obtenido en su análisis, el saber adquirido, lo que su análisis le enseñó o no, lo que empuja o lo que retiene? ¿O en su defecto, razones, incluso rutinas —profesionales— de circunstancias —¿por qué no?— algún gusto por el saber, incluso «un aspecto singular de este amor al prójimo»? ¿O qué aún más singular propio de uno solo?

1 Televisión,  Otros escritos, p. 557.

2 Otros escritos, p. 600

3″El atolondradicho», in Otros escritos, p. 517

4 «Prefacio a la edición inglesa del seminario XI», Otros escritos, p. 601.